El proyecto nace como respuesta del contexto. Se determina según su orientación y entorno dos respuestas arquitectónicas: por un lado, de cara a la Route de la Croix-Blanche, (una de las principales arterias de la ciudad), las viviendas se abren a la misma, mientras que, de cara a la Route de Berne, se presentan como un cuerpo cerrado.

Se le da mucha importancia a la integración del edificio en la ciudad respetando los accesos rodados y peatonales además de relacionarse en volumetría y diseño con los edificios vecinos.

El proyecto se abre en planta baja donde se realizan diversas actividades de carácter público bajo un gran porche-terraza que sirve como punto de encuentro, relación y convivencia con la ciudad en la Route de la Croix-Blanche, alternando con zonas ajardinadas y arbolado que protegen de la circulación rodada.